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En el Día Mundial de la Salud, el organismo de la SAGARPA reitera la
invitación permanente a la población para que incluya cada vez más en su dieta
alimentaria el consumo de productos pesqueros, cuyas características
nutricionales contribuyen a mejorar la salud y prevenir enfermedades.
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Los alimentos procedentes de la pesca y la acuacultura aportan
proteínas de calidad y lípidos saludables, que los hace un alimento
indispensable en la dieta, recomendado para personas de todo el rango de
edades.
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El precio promedio de los pescados y mariscos de producción nacional no
rebasa los 50 pesos, lo que da fin a la errónea percepción de que se trata de
un alimento caro.
En el Día Mundial de la Salud, la
Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA) reitera la invitación
permanente a la población para que incluya cada vez más en su dieta alimentaria
el consumo de productos pesqueros, cuyas características nutricionales
contribuyen a mejorar la salud y prevenir enfermedades, principalmente
cardiovasculares y cerebrales.
El organismo de la Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA)
reiteró que el pescado contiene proteínas de excelente calidad y presenta un
perfil de lípidos altamente saludable, que lo hace un alimento indispensable en
la dieta y recomendado para todo el rango de edades.
“En la medida en que los niños
consumen estos productos en los primeros mil días de su vida se acelera su
desarrollo neurológico entre siete y 10 por ciento más; además, en los adultos
está asociado con una disminución del riesgo de enfermedades de afectaciones al
miocardio”, abundó.
Subrayó que el precio promedio de
los pescados y mariscos de producción nacional no rebasa los 50 pesos, lo que
da fin a la errónea percepción de que se trata de un alimento caro.
El organismo del Gobierno Federal
enfatizó que la disponibilidad de productos pesqueros y acuícolas está
garantizada para todo el país, donde los consumidores tienen a su alcance
especies tradicionales que van desde el huachinango hasta el mero, entre otras.
Entre las más de 300 especies de
pescados y mariscos que representan un importante alimento en la dieta de la
población mexicana se encuentran besugo, cojinuda, jurel, palometa, lisa,
gurrubata, curvina, túnidos, calamar y pulpo, entre otros, informó.
Se ha determinado por organismos
gubernamentales de salud, que el contenido de proteínas en pescados y mariscos
oscila entre 15-20%, y son de alto valor porque contienen todos los aminoácidos
esenciales que el organismo necesita. Además, contienen ácidos grasos omega-3
que ayudan a fortalecer las membranas celulares del sistema nervioso y de la
retina.
Las calorías que aporta el
pescado son bajas (entre 70-80 Kcal por cada ración de 100 g), y constituye una
buena opción para formar parte de la alimentación de personas obesas; eso lo
convierte en alimento funcional que contribuye a una sana nutrición.
Los pequeños peces, como la
sardina, que se consumen con todo y su esqueleto, son una fuente de calcio,
fósforo y potasio que ayuda en el fortalecimiento de los huesos de los humanos,
en la contracción de los músculos, en la transmisión del impulso nervioso y en
la coagulación de la sangre.
El pescado también es una fuente
de yodo que ayuda a la tiroides a sintetizar las hormonas tiroxina y
triyodotironina, que evitan el bocio, y favorecen el desarrollo del feto
humano, lo que lo hace fuerte candidato alimenticio para las zonas serranas y
desérticas lejanas a los litorales, en donde el bocio es endémico.
El pescado contiene un amplio
espectro de vitaminas del grupo B, como B1, B2, B3 y B12, además de vitaminas
liposolubles, entre las que destacan la vitamina A, la D y la E, presentes
principalmente en el hígado de estos organismos.
Las vitaminas A y E son de
interés nutricional porque poseen acción antioxidante y constituyen un factor
protector frente a ciertas enfermedades degenerativas, cardiovasculares y el
cáncer. La vitamina D actúa en el intestino favoreciendo la absorción de calcio
y fosfato.
A diferencia de otros alimentos
de origen animal, el pescado contiene ácidos grasos poliinsaturados en
cantidades comprendidas entre un 25%-45% (porcentajes referidos a ácidos grasos
totales). Entre ellos se encuentran el ácido linoleico, de la familia omega-6 y
los ácidos EPA (eicosapentanoico) y DHA (docosahexanoico), de la familia
omega-3. También contiene ácidos grasos monoinsaturados.
El pescado no aumenta los niveles
de colesterol en sangre, a diferencia de otros alimentos ricos en colesterol,
gracias a su elevada proporción de grasas insaturadas.
A partir de los ácidos grasos
omega-3, se producen en el cuerpo las prostaglandinas que impiden la formación
de sustancias inflamatorias, tienen acción vasodilatadora, inhiben la formación
de coágulos o trombos, contribuyen a reducir los lípidos sanguíneos (colesterol
y triglicéridos) y regulan la presión arterial, reduciendo el riesgo de
aterosclerosis, trombosis e hipertensión.
En un reciente estudio
epidemiológico, realizado en más de 40 países de todos los continentes, se
observó que la diabetes mellitus no dependiente de la insulina y acompañada de
obesidad es significativamente más alta en países con un consumo de pescados
más bajo que en aquellos en los que se consume pescado de forma habitual.