Dado el incremento de productos acuáticos a
nivel mundial, y al hecho de que la
mayoría de las pesquerías de especies de alto valor económico se
encuentran a niveles de máximo
rendimiento o incluso con claros signos de sobreexplotación, la
acuacultura se ha convertido en la opción natural para aportar
el volumen adicional que la población
demanda.
Sin embargo, los esfuerzos de producción se han concentrado en algunas especies para las que se ha desarrollado la biotecnología para su cultivo, es decir, para la que se cuenta ya con el
“Know how” al que de manera reiterada hacen referencia los inversionistas
internacionales.
Esto implica que en espacios geográficos
distintos a su distribución
natural, se tengan proyectos acuícolas engordando especies, que
son ajenas a los ecosistemas naturales en los que se implementan.
México es un claro ejemplo de éste fenómeno.
La gran mayoría de los proyectos de engorda de langostinos, que son crustáceos decápodos carídeos, se efectúa
utilizando langostino malayo Macrobrachium
rosenbergii, cuya distribución
natural se encuentra en el sureste asiático. Lo anterior, no obstante existen
varias especies de langostinos nativos mexicanos, pero que no han sido
domesticadas, no se tiene una fuente confiable de cantidades suficientes de postlarvas
producidas en laboratorio, no se conocen
totalmente sus necesidades nutricionales, etc.
Las tilapias del género Oreochromis son otro ejemplo. Se trata de peces cíclidos de
origen africano, cuyo cultivo es ahora tan común a nivel mundial, que varias
revistas del medio se refieren a la especie como “wáter chicken” o gallina de
agua, debido a los altos rendimientos (tasas de conversión alimenticia) que se
logran con algunas de las variedades desarrolladas, para las distintas
condiciones medioambientales en las que se cultivan, distintas a las que la
especie afronta en su nicho ecológico original. Así, tenemos variedades que soportan una
temperatura menor del agua de cultivo,
otras que se seleccionaron por el color de la piel, otras desarrolladas
específicamente para su engorda en agua salada,
etc.
El reto para la acuacultura nacional está en
desarrollar la biotecnología para especies nativas de alto valor económico, a
efecto de contribuir en primera instancia,
a reducir la presión que las actividades de pesca tienen sobre las
mismas, para luego efectuar acciones de repoblamiento.
Especies como la totoaba, Totoaba macdonaldii y el pargo flamenco Lutjanus guttatus
son un buen ejemplo de esta ventana de oportunidad.
Ambas especies son nativas mexicanas, del
litoral pacífico, restringiéndose la zona de reproducción de la totoaba al
Golfo de California, específicamente a la zona del alto golfo, cercana a la
desembocadura y delta del río Colorado, a donde migran cada verano los
organismos adultos.
El caso de la totoaba es muy interesante, pues
se encuentra vedada de forma permanente su pesquería desde 1975, debido a su
sobreexplotación, cuya máxima producción registrada es del año 1942, con 2,261
toneladas.
Se trata de un pez de la familia Scianidae,
que alcanza gran talla (de hasta 2
metros de largo) cuya vejiga natatoria, que es un órgano interno en forma de
saco que es usado para regular su flotabilidad (referida en el mercado como
buche) tiene un altísimo precio debido a la demanda que compradores asiáticos
tienen de la misma, para ser usada en la
elaboración de un platillo tipo sopa, denominado "Seen Kow" de
tradición china, por el cual algunas personas llegan a pagar hasta un mil quinientos
dólares por cada plato en los mercados asiáticos. Este alto precio, ha generado
un mercado negro en el que participan pescadores mexicanos, así como una red de
tráfico de los citados buches hacia los Estados Unidos, desde donde una vez
secos, son exportados ilegalmente a Asia.
La Universidad Autónoma de Baja
California a través de su Unidad de Biotecnología en Acuacultura, ha continuado
los esfuerzos iniciados desde hace más de 14 años para lograr la
reproducción en cautiverio de la especie, logrando a la fecha contar con datos
que permiten la inducción a la maduración gonadal a través de técnicas de
manipulación que utilizan estímulos
foto-térmicos que simulan las condiciones medioambientales naturales en las
que dicha fase de vida de los peces sucede.
Incluso, gracias a avances en el conocimiento nutricional de los organismos se
sabe que tienen el potencial los organismos de la especie de alcanzar
hasta 50cm de longitud en un año. De hecho,
ya se ha efectuado la liberación de más de 10,000 juveniles de 4 meses
de edad al alto golfo de California.
Para el pargo
flamenco, ya se han hecho engordas piloto a escala comercial, usando jaulas
flotantes de 15 metros de diámetro y 5 metros de profundidad, ubicadas cerca de
la costa, lográndose con 210 días de
cultivo a partir de crías de 13.8 gramos,
organismos con peso individual promedio de 345 gramos, para una biomasa
total de cosecha de 10.8 toneladas por jaula, con tasas de sobrevivencia del 99%
y factor de conversión alimenticia de 1.61, suministrando alimento balanceado
con 50% de proteína cruda y 12% de lípidos crudos.
La diversificación en la acuacultura, evitará
problemas de saturación de los mercados locales, que inevitablemente generan la
caída de los precios, en perjuicio de los productores.
Para lograr que se haga realidad la
acuacultura comercial de especies nativas,
será necesario el brindar apoyo no solo a los investigadores, que generarán la información
técnica necesaria, sino en especial a los
pequeños productores locales, para que en conjunto logren una capacidad de
producción lo suficientemente grande que les permita alcanzar economías de escala para abaratar el
costo de sus insumos, así como para
ofertar los volúmenes que normalmente exigen las cadenas departamentales para
sus establecimientos.
De manera paralela, habrá que obtener
certificaciones internacionales en materia de sanidad e inocuidad, para poder
exportar de manera rutinaria los productos y subproductos de alto valor que los nichos de mercado
internacionales demandan.
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