El fenómeno de la dormancia es
común, principalmente en semillas de determinadas hortalizas y forrajeras,
algunos frutales y de especies arbóreas ornamentales, que no germinan después
de la cosecha debido a los mecanismos internos, de la naturaleza física o
fisiológica, que bloquean la germinación. Estos mecanismos son genéticos y
acontecen durante todo el ciclo de vida de la especie, durante la maduración de
la semilla, de modo que, después de la dispersión, la semilla no estará apta para su germinar. Ésta dormancia, que se
instala en la fase de maduración de la semilla, se denomina dormancia primaria.
No obstante, en algunas especies, el bloqueo el bloqueo a la germinación se establece luego de la
dispersión de la semilla, intuida por ciertas condiciones de estrés o por un
ambiente desfavorable a la germinación, caracterizando otro tipo de dormancia,
denominada secundaria. Semillas no durmientes de lechuga pueden entrar en
dormancia secundaria, si son colocadas, para germinar sobre temperaturas
elevadas.
De esta forma, la dormancia de la
semilla es un importante estadio del ciclo de vida de las plantas,
caracterizada por la ausencia temporaria de la capacidad de germinación,
permitiendo que las especies vegetales sobrevivan a las adversidades,
principalmente a aquellas que dificulten o impidan el crecimiento vegetativo de
la planta. Se trata, por lo tanto, de un fenómeno fundamental para la
perpetuación y la sobrevivencia de muchas especies vegetales en los más
variados ecosistemas. También es gracias a la dormancia que las semillas de
muchas especies germinan en el fruto cuando este está prendido a la planta,
pues, luego de la maduración fisiológica, y en condiciones ambientales a la
germinación como, por ejemplo, aumento de la humedad por exceso de lluvias,
semillas sin bloqueo al crecimiento del embrión podrán germinar en la planta
madre. En la práctica, es común observar, en esas condiciones, la germinación
de las semillas de poro y cacahuate dentro de la envoltura de la cáscara y de
las de trigo en las espigas. Cabe resaltar que la mayoría de las plantas
cultivadas actualmente es representada por variedades, cultivares e híbridos
genéticamente mejorados por procesos de selección que eliminaron la dormancia,
pues el objeto de la agricultura moderna son la rapidez y uniformidad de la
germinación de semilla y de la emergencia de la plántula en campo. Este es el
caso de la semilla de soya, poro, girasol, maíz y otras cuya sobrevivencia es
dependiente del hombre.
No obstante, existen muchas
especies que tienen garantizada la sobrevivencia por la dormancia. Lo que varía
bastante entre las especies vegetales es el periodo de duración de la
dormancia, que puede ser de apenas algunos días, de algunos meses o de varios
años. Inclusive para una misma especie, este periodo puede variar en función
del genotipo, del ambiente donde la semilla fue producida y de otros factores.
Por lo tanto desde el punto de
vista evolutivo, la dormancia es una característica adaptativa que asegura la
sobrevivncia de las especies de los diferentes ecosistemas.
La dormancia también ser un
obstáculo para la agricultura, debido que también genera desuniformidad, en la
emergencia de las plántulas en campo, por lo que, muchas veces, es necesario
utilizar tratamientos adecuados para la superación de la dormancia antes de la
siembra, lo que no es práctico y viable. En semillas recién cosechadas de
algunas especies, la dormancia puede acarrear dos tipos de problemas.
1)
aumento de la cantidad de la semillas para la
siembra, pues la dormancia post-cosecha es acentuada, de modo que una gran
proporción de semillas del lote no germinará.
2)
Muchas semillas durmientes permanecen viables en
el suelo y germinará durante el desarrollo de los futuros cultivos instalados
en el área, constituyendo, por lo tanto, plantas invasoras.
La dormancia tiene un significado
ecológico importante otorgando a las semillas resistencia a la ingestión de
animales, al calor, al frío, al fuego y a los demás agentes e infiriendo a la
dinámica de las poblaciones naturales, una vez que está relacionada a la
adaptación de las plantas, a la heterogeneidad, de los diferentes ecosistemas,
permitiendo la sobrevivencia de las especies vegetales y garantizando que áreas
abiertas sean colonizadas rápidamente. La regeneración de comunidades vegetales
a partir de semillas depende, en gran parte, de la capacidad de la semilla para
“reconocer” si el ambiente en el cual se encuentra es favorable a la
sobrevivencia de su decadencia. De esta forma, el proceso de sucesión
ecológica, que es la forma en que la vegetación y también las florestas se
regeneran, solamente ocurre gracias a la capacidad de las semillas de las
diferentes especies para “esperar” la ocasión cierta para germinar.
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